Una unidad cultural nunca es sustituida por algo que no sea en sí misma una entidad semiótica. De esta manera, la semiosis se explica por sí misma. Las unidades culturales generan otras unidades culturales; hay todo un proceso de interpretantes, interpretando e intrepretantes. De esta manera nos enfrentamos con una semiosis auto-explicativa, en que los signos generan signos indefinidamente.
A medida que pasamos de un sistema semántico a otro, correlacionando con diferentes sistemas de expresiones, encontramos que a veces dentro de un sistema no hay unidades equivalentes a otras dentro de otro sistema. Los diferentes "espacios" permiten que surjan diferentes sistemas. Eco, se da cuenta que la simple noción de un objeto puede ser reemplazada por una especie de combinatoria que requerirá la operación de muchísimas reglas.
Para explicar esto, se recurre a la metáfora de una caja de bolitas (siendo éstas unidades culturales particulares): "si las bolitas, una vez puesta en libertad, representan un modelo de fuente informacional de alta entropía (medida de la incertidumbre existente ante un conjunto de mensajes, de los cuales se va a recibir otro), un sistema es una regla que magnetiza las bolitas según una convinación de atracciones y repulsaciones mutuas en el mismo plano. El código que, por otra parte reune diferentes sistemas, es una regla biplanaria que establece atracciones y repulsaciones nuevas entre unidades de diferentes planos. Dicho de otro modo, cada unidad en el código mantiene doble juego de relaciones: una relación sistemática con todas las unidades de su propio plano (contenido o expresión), y una relación significante con una o más unidades del plano correlacionado".
No hay comentarios:
Publicar un comentario