Para Wittgenstein, como para Eco, no cabe hablar del sujeto, del entendimiento, del lenguaje. El filosofar sobre un supuesto pensante, cuyo establecimiento no se puede verificar sería caer en la famosa "mística" wittgensteiniana. Si se pudiera admitir el sujeto, éste estaría dentro del campo de lo infalible, de la metafísica, y como no podemos discurrir sobre este campo interminable.
Así Wittgenstein reduce la comprensión del lenguaje a la técnica, a nuestras operaciones del lenguaje, Eco delimita el campo de la semiótica de esta misma manera, ya que para él la semiótica no puede dar cuenta del origen, del fundamento de la comunicación, de la estructura, de las estructuras.
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